martes, 7 de junio de 2011

El atún de Chipre.


   Son casi tres años los que llevo sin tirarme al agua. Antes, lo hacía todos los días y la verdad es que me gustaba y lo disfrutaba bastante, pese a los fríos del invierno cuando soplaba el Norte y era preferible estar dentro del agua antes que helarse fuera o ponerse el traje mojado del día anterior. . . . . . .solo de pensarlo, me dá frío. Los recuerdos van aflorando, imágenes que quedan grabadas para siempre, sensaciones, emociones, dudas. . . . . .pero sobre todo imágenes que nunca olvidaré, imágenes como las de Chipre con mi compañero y amigo Miguel Chirlaque cuando nos metimos por primera vez en una jaula de atunes con una cámara de fotos de usar y tirar y estuvimos toda la tarde nadando de un lado para otro hasta conseguir una buena foto. La cara que pusimos cuando, apoyados en la barandilla de la jaula de 50, vimos pasar la sombra de un par de atunes y como acto reflejo volvimos nuestras caras de asombro para mirarnos fijamente; sin pensarlo, en un segundo ya estabamos debajo del agua. Inolvidable el ver  a esos colosos de hasta 500 kilos, puro músculo y control absoluto en sus movimientos. Al ver las fotos de esa campaña me han traido muy buenos recuerdos.


Foto: Julio Martínez
                                                                                                                                




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